jueves, 9 de marzo de 2017

Testimonios de la prostituta Tanja Rahm

En el libro Prostitution Narratives: Stories of Survival in the Sex Trade recoge testimonios en primera persona de como se sienten y qué piensan las prostitutas. Además también incluye en el la famosa carta de Tanja Rahm a sus antiguos clientes, esta es una mujer que estuvo durante tres años ejerciendo la prostitución y que actualmente, tiene 35 años y es terapeuta y sexóloga.


Tanja Rahm, podéis encontrar más información aquí.


Algunas de las cosas que ella afirmaba son:
-Cuando una gota de sangre aparecía en el condón no era porque me hubiese bajado el período. Era porque mi cuerpo era una máquina que no podía ser interrumpida por el ciclo menstrual, así que me metía una esponja en mi vagina cuando menstruaba. Para ser capaz de continuar entre las sábanas,

-Querido cliente, si piensas que alguna vez me he sentido atraída por ti, estas terriblemente equivocado. Nunca he deseado ir a trabajar, ni siquiera una vez. Lo único en mi mente era hacer dinero y rápido.

-¿De verdad pensabas que eras capaz de excitarme mental o físicamente haciendo el amor con hombres que no elegía? Nunca. Mis genitales ardían del lubricante y los condones. Estaba cansada. Tan cansada que a menudo tenía que tener cuidado de no cerrar mis ojos por miedo a quedarme dormida mientras mis gemidos seguían con el piloto automático.


¡PODÉIS SEGUIR LEYENDO AQUÍ, DEJAD VUESTRO COMENTARIO!


Cristina Guerrero Fernández💋

2 comentarios:

  1. Qué curioso. La puta no pensaba así cuando recibía mi dinero. Si ella pensara de la misma manera en que movía sus nalgas, a estas alturas ya sería Premio Nobel.

    ResponderEliminar
  2. Yo nunca sentí más que ganas de cogerte, de cumplir mis fantasías contigo. Claro, algunas veces eras una mujer que no odiaba a los hombres, pero entiendo que sientas eso, yo lo sentiría, pero en el acto dejaría de hacetlo, no recibiría ni un centavo, ésa sería mi dignidad... pero tú sí lo hacías, recibías mi dinero, te lo guardabas y esperas atenta y pronta mis mensajes para preguntarte si estabas libre.
    En todo momento pudiste decir: "No, no acepto tu plata, mi dignidad es más importante", pero nunca lo hiciste y, de hecho, nunca ni siquiera lo insinuaste. ¿Ahora me acusas de misógino? Yo te acuso de hipócrita y de androfóbica.
    Lo bueno es que casi siempre tuve lo que quería, no tu amor ni tu respeto (¿sí recuerdas que no eres mi esposa sino una puta a quien le pago sólo para tener su cuerpo y no su corazón? No me importa tu corazón ¿no basta con que hayas tomado mi dinero para que guardes tu rencor en el silencio, hipócrita?

    En fin, disculparás mi prosaico final: ¿recuerdas cuántas veces me la chupaste sólo por el gusto de hacerlo, simplemente porque te encantaba mi polla que, además, podías disfrutar guardándote mi plata?
    Creo que más de una vez yo te debí cobrar, pero sé que eso no era correcto.

    ResponderEliminar